Esta receta es un verdadero lujo para los amantes de la pasta, eso sí, lleva un poco de trabajo, pero os aseguro que vale la pena. Está hecha con pasta casera, el resultado nada tiene que ver con los que venden precocinados, si los probáis ya no volveréis a comprar los industriales. Una vez metidos en faena, vale la pena hacer bastantes y congelar los que no vayamos a tomar. Os dejo los enlaces de preparaciones que vamos a utilizar para esta receta:
INGREDIENTES
1 Masa de PASTA FRESCA
250 Gr. de espinacas congeladas
250 Gr. de queso de untar tipo philadelphia
1 Cebolla de unos 100 Gr.
2 o 3 Cucharadas de aceite de oliva virgen extra
Salsa de tomate casera. Si queréis, entre los ingredientes de la salsa, echáis unas hojas de albahaca que le dará un toque especial.
Queso Parmesano o Grana Padano para rallar, (no está en la foto)
PREPARACIÓN
Empezamos preparando la pasta fresca, según el enlace que os he dejado.
He utilizado la máquina de estirar pasta del Lidl. El que no la tenga, con un poco más de trabajo, la puede estirar con el rodillo.
Como la masa debe reposar una media hora envuelta en papel film, para que no se reseque, mientras tanto preparamos el relleno. Colocamos las espinacas en un plato y las ponemos 5 minutos a máxima potencia en el microondas.
Las depositamos, en un par de veces en un colador y las aplastamos con una cuchara para que suelten toda el agua que llevan. Las reservamos.
Ponemos el aceite en una sartén y pochamos la cebolla bien picada.
Cuando empiece a dorarse, añadimos las espinacas y salteamos todo junto 5 o 6 minutos a fuego medio. Las sacamos de la sartén y dejamos que se enfríen.
Una vez frías le añadimos el queso de untar.
Mezclamos bien hasta obtener un relleno homogéneo.
Enharinamos bien la mesa de trabajo y estiramos la masa como explico en el enlace, hasta llegar al número 3, también la podemos dejar un poquito más gruesa llegando hasta el 4. Como la masa la dividiremos en 4 partes, mientras trabajamos con una, el resto la dejamos envuelta en papel film para que no se seque.
Sobre una de las láminas de masa colocamos porciones de relleno. A mi me gusta hacerlos grandes, dependiendo del tamaño colocaréis más o menos relleno. Con yema de huevo o simplemente con agua, pincelamos los bordes y también entre las porciones de relleno, para que se pegue la capa superior de la masa.
Colocamos la capa superior.
Con la mano vamos presionando los bordes para que se pegue la masa y se formen paquetitos.
Ahora los cortamos. Podemos hacerlos con un cortapastas o con un vaso boca abajo.
Presionamos los bordes con los dedos para que se pegue bien y con un tenedor terminamos de sellarlos para que al cocerlos no se salga el relleno.
También los podemos hacer cuadrados o rectángulares y aprovechamos más la masa, cortándolos con un cuchillo.
Presionamos los bordes y sellamos con el tenedor igual que en el caso anterior.
Enharinamos un plato o fuente, los dejamos reposar para que se seque un poco la masa. Si queremos congelar parte de ellos, éste es el momento.
Yo los hice a media mañana, y los tapé con un paño de cocina hasta media hora antes de comer, que procedí a cocerlos. Ponemos abundante agua con un poco de sal en una cacerola y cuando hierva vamos echando los raviolis, los coceremos durante un minuto y medio o dos. No echamos todos de golpe, lo hacemos por tandas para que no se peguen entre ellos.
Mientras se calienta el agua de cocción, ponemos la salsa de tomate en una sartén, la calentamos y según vayan estando los raviolis, los vamos echando sobre la salsa y movemos con cuidado para no romperlos, pero que se impregnen bien de salsa.
Los sacamos, los ponemos en el plato o fuente donde los vayamos a servir y les rallamos el queso por encima.
Añadimos un poco de salsa Pesto y los comemos calientes.